jueves, 26 de junio de 2014

Una petición importante.

Ahora que no hay distancia de seguridad.


Aprendimos a querernos de lejos, por supuesto. Como se aprende en nuestra generación a querer. Como aprendemos a conocer a aquellos que apreciamos y escuchamos y como nos mantenemos en contacto con todos aquellos que se despiden para viajar o cuando somos nosotros mismos quienes nos despedimos.
Quizá fue eso, realmente que somos de una generación  que no vive sin las comunicaciones porque hemos crecido observando cómo la electrónica avanzaba a nuestro alrededor al mismo ritmo que nosotros crecíamos.
Al fin y al cabo, que me desvío del tema y acabamos hablando de cómo llegamos a tener estos aparatos tan modernos en lugar de hablar del tema principal, nos encontramos.
Por uno de estos aparatos tan modernos, eso sí,  y le agradezco a la tecnología el haberte traído tan cerca incluso estando lejos.
Y ahora no me creo que estemos tan cerca. Extraño, cuanto menos, ¿verdad?
A veces me cuesta creer que llega el viernes y después de una hora y pico medio dormida en un autobús que se recorre la mitad de la isla, llego a verte.
A veces me pierdo en esas estaciones en las que no había estado nunca, en tu isla del sur, en el lugar donde todo es diferente y los nativos hablan en inglés, y todo suena a turismo.
Pero entonces te veo llegar, con esa sonrisa y las manos en los bolsillos, susurrándome con la mirada “ven, bésame ahora”. Y lo hago, una y mil veces, ese abrazo que nos da la bienvenida a nuestros fines de semana perfectos que comienzan en ese mismo instante y acaban tres días más tarde en la misma estación, con besos y abrazos totalmente diferentes. Esos que susurran que nos echaremos de menos durante los cuatro días que faltan para volver a vernos.
Quizá porque cuando estoy en mi casa todo me recuerda a que no estás aquí y a que esas cuatro noches durmiendo sola me van a dar dolores de cabeza y sueños extraños que me voy a dar la vuelta buscándote en la cama y encontrándome con la pared contra los nudillos, quizá sea por eso por lo que todo esto es necesario.
Porque es necesario que sepas que no hay día en que tu sonrisa o tu tono de voz no me saque a mí una carcajada o un suspiro completamente infantil.
No hay un momento en que tus ojos marrón caquita verdosa de bebé me miren y yo no piense que son los más perfectos que podría encontrarme en todo el universo.
No hay manera de que me quite de la cabeza las ganas de rozar mis labios con los tuyos, aunque estás enferma y con una infección de garganta que se me pueda pegar, yo seguiré dándote los besos que necesites.
Quizá hay un destino. Un por qué a todo esto. Quizá  el haber pasado tanto tiempo separadas y pasando celos e inseguridades, haber tenido tantas historias (y no hablo sólo de amor) que nos han dejado hechas trizas, quizá y sólo quizá, la vida nos quiera dar un regalo.
Y ya sabes que no soy especialmente detallista en este sentido, que mi regalo más preciado son mis libros y que me cuesta la vida desprenderme de ellos.
Pero creo que eres mi regalo en la vida después de tantas despedidas y de un corazón al que le faltaba tan poco para dejar de latir que, si no llega a patearlo aquella foto de tus manos y a darle cuerda para que no parase su “tic-tac” melódico acelerado, habría llegado a pasar.
O quizá mis brazos seguirían llenos de marcas. O quizá nunca hubiera aterrizado aquí. Pero ahora que te tengo, y te tengo en serio. Ahora que me tienes, ahora que soy real y palpable, ahora que soy tan verdad como cada una de mis maneras de decirte que lo eres todo.
Ahora, esto, aquí, este momento. Es sólo el principio.
El ahora es nuestro y nosotras somos nuestro mañana.

                                                                              ¿Quieres ser mi cucharita? 

miércoles, 28 de mayo de 2014

De constelaciones y estrellas.

¿Alguna vez has pensado en mirar al cielo en busca de constelaciones no descubiertas? 

Conté los lunares que pasaban por su brazo mientras ella capturaba sueños con un cazamariposas. 
Mientras me decía "¡uno más!" y su voz sonaba a música, su risa a verso. Yo cerraba los ojos y dejaba escapar el humo de mi cigarro para que ella lo atrapase.

Entonces me daba la mano para volver al mundo real. En el mundo real, Ella seguía siendo mi estrella. 

Las cosas cambiaban cuando yo volvía y Ella no podía pedirme un sueño más.

Su luz iba atenuándose, aunque la siguiera cuidando y apretando con fuerza los ojos y las ganas de seguir brillando. Trataba de crear sus propios sueños para combustible a base de tabaco y dolor pero el sabor de esa gasolina era bastante amarga. Seguía prefiriendo los míos a su lado, dulces empalagosos y suaves de amor.

Mi submundo siempre estaba en calma y el suyo se agitaba. 

No podíamos unir submundos hasta que acabase un ciclo y, entonces, volvía a hacerla brillar. 

Ahora la miro desde mi submundo y pienso que este ciclo será el primero que acabe sin poder hacerla relucir. 

Y, en secreto, te voy a contar una cosa:

Me da miedo que nos dejemos de iluminar.

miércoles, 23 de abril de 2014

En mi cabeza. -A tu voz-

Te asemejas al sonido que hacen las sirenas que habitan en mi cabeza, lidiando con su caos y destrucción. 

Ordenas, con tu voz, la catástrofe de mi mente; ordenas la verdad, sacas otras realidades. 
Sabes que puedes trastornar mi razón con tu corazón gritando a viva voz que destruya los muros de mi intención, que saque a relucir el deseo por la muerte. 

No hay silencio. No hay un minuto de mí.
No soy un libro abierto, ni las veces que mentí.

Calma sobre el mar que va recorriendo con su rojo tinte mis cavidades. Ya no suena tu voz y oigo las trompetas del desastre.
Y susurro, en voz alta para que nadie lo entienda:

"Calla, silencio, estoy hecha a la voz de ella."

viernes, 4 de abril de 2014

Mamá, perdóname. -Quiero ser artista.-

Mamá, quiero ser artista.
Mamá, tengo que pedirte perdón por no llegar a ser nunca lo que quisiste que fuera.
Tengo que pedirte perdón por querer ser todo lo que nunca apoyarías que fuera.
Por fumar, y no sólo hablo de tabaco. Por no saber callar, por no querer ir más alto.
Por hablar a voces, por destrozarme por dentro, por no estar cuerdo.
Tengo que pedir perdón por todas esas veces que luchaste por mí y me dijiste que sí.
Y por todas esas veces que fui yo quien se negó a ser mejor.
Mamá, no me juzgues ahora, pero ya sé lo que quiero.
Mamá, sé que no te gusta lo que estoy diciendo. Sé que estarás llorando por dentro por ser siempre el que perdía el camino.
Pero no lo encuentro y no sé si quiero.
Mamá, quiero ser artista, y no de los que cantan o pintan.
Parece que, en las venas, en lugar de sangre, me corre tinta.
Gracias por escribirme tan fuerte y tan libre, tan perdido y tan distante, distraído y agobiante.
Gracias por escribirme lo que soy bajo la piel.
¿Me das tu aprobación para intentar ser un artista mejor?
Acompáñame en un cuento, sabes que eres mi personaje principal. Nada de esto tendría sentido si no hubiera sido tinta tuya, al final.
Cuando te ibas a dormir a voz de "no te acuestes tarde", y amanecían tus mañanas y yo seguía frente a la pantalla.
Y sonaba "¿llevas ahí toda la noche? ¿No te ibas a dormir?" y en mi mente, el mismo verbo, "escribir, escribir..."
Y por todas esas veces que me leíste y me pediste que escribiera algo por ti, por todas las que me negué. Por todas las que dejé ir.
Mamá, perdóname por darme cuenta tarde de que sabías que mi sueño era vivir.
Las mejores historias siempre las guardé para ti, por que sé lo mucho que te gusta presumir, decir que sé sentir así.
Decirles a los demás que puedo parecer un inútil, pero que hay arte dentro de mí. Aunque nunca sepa cómo dejarlo salir.
Perdóname por haber confundido el camino, por haber cambiado de destino tantas veces como de rumbo.
Sólo sé que, junto a ti, deja de dar miedo el mundo, cuando aprietas mi mano para decirme que todo irá bien.
Y yo, te creo. A ti siempre te creeré.
Perdóname, mamá, por tener complejo de artista.

viernes, 21 de marzo de 2014

Battlefield.

“Peace will come when one of us puts down the gun.”

Battlefield-Lea Michelle

No hay sangre que nos pague todo lo que hicimos, no hay palabras para describir el tipo de personas que fuimos. Parecía fácil cuando nos enamoramos y fuimos uno para el otro. Pero para ti fue más fácil romper el corazón de alguien. Y caímos en este juego absurdo en el que los dos tiramos de la misma cuerda para saber quién tiene la razón. Llegaste a tirar tan fuerte que caí al suelo y la cuerda se enredó en mi cuello. Y no lo hiciste solo. Y los dos lo sabemos. Y sabemos qué se escondía tras eso. Aún tengo la soga al cuello y aún noto las lágrimas por haber perdido. Pero puedo con esto, aún puedo respirar.
Lo único que quiero es que dejemos de tirar de esa cuerda. Porque cuántas veces me levante, alguien tira de la cuerda y yo recuerdo que sigue ahí, peleando entre los dos.
Pero no pasa nada, porque me levanto. Me levanto y tiro. Y alguien tira conmigo y no quiero saber por qué. Sólo quiero que dejes de tirar. Y no te voy a ahogar con ella. Sólo quiero que dejes de hacerme sentir así.

Quiero que bajes la pistola con la que apuntas a mi cabeza mientras pides mi sangre por el suelo y me miras como si aún me quisieras.
Quiero que bajes la pistola y me digas que me tranquilice, que todo va a ir bien, como hacías antes, como me convencías antes.
Quiero que el pasado quede atrás, que podamos ser amigos, no más que eso, no te quiero más que eso.
Aunque ahora no viene a cuento a quién quiero, pero sé que es importante, al menos para mí, y quiero que sepa que, cuando lea esto, que lo hará, porque lo hará antes que tú, de verdad que lo leerá, que esta historia no tiene nada que ver con la nuestra.
Que esta historia que cuento aquí, la que tiene que ver contigo y conmigo, con tus batallas ridículas por ver quién la tiene más grande, por ver quién puede ganar este tira y afloja, por ver quién tiene más gente para poner frente al paredón, no tiene nada que ver con la historia que estoy viviendo ahora.

Aunque te niegues a irte. Nos quedamos los dos aquí pensando que es una buena seguir intentando llevarnos bien y sabemos que es una ilusión, que escondemos que realmente ya no podemos dar más el uno por el otro y tenemos esa pretensión de no querer dejarnos en paz.


Y ahora, te voy a dejar ir, tranquilo. Porque no voy a seguir tirando de esta cuerda. No hay buenas ideas. No me gustan los campos de batalla. 

martes, 11 de marzo de 2014

Sobre las cosas que terminan. (Parte I)


"Escribo lo que siento. No voy a hacer pública mi vida al mundo. Escribo para mí."

La vida de Adèle.


Y para ti. La de los caminos encontrados. 

Poder mirarte, leerte. 
Quizá dejar de sentir el vacío.

Caminar entre la gente, 
a sabiendas de que este sitio no es el mío.

Pensar en cambiar, en progresar.
Dejarlo todo atrás, a ti. 

Verte feliz, y alegrarme, 
aunque ya no sea tu otra parte.

Entender que esta parte del amor, 
entre el dolor y el olvido, 
acabará por pasar. 

Que tu futuro no es el mío.
Y empezar a contar.