Te asemejas al sonido que hacen las sirenas que habitan en mi cabeza, lidiando con su caos y destrucción.
Ordenas, con tu voz, la catástrofe de mi mente; ordenas la verdad, sacas otras realidades.
Sabes que puedes trastornar mi razón con tu corazón gritando a viva voz que destruya los muros de mi intención, que saque a relucir el deseo por la muerte.
No hay silencio. No hay un minuto de mí.
No soy un libro abierto, ni las veces que mentí.
Calma sobre el mar que va recorriendo con su rojo tinte mis cavidades. Ya no suena tu voz y oigo las trompetas del desastre.
Y susurro, en voz alta para que nadie lo entienda:
"Calla, silencio, estoy hecha a la voz de ella."
No hay comentarios:
Publicar un comentario